Artículo original de PRODAVINCI (10/04/2019).
Caracas debería tener agua corriente siempre. Hay fuentes suficientes y dos alternativas para el suministro: el bombeo, cuando el agua sube hasta la ciudad; o por gravedad, que no requiere electricidad, para contingencias como fallas eléctricas y terremotos. Cuando ocurrieron los apagones de marzo de 2019, todos los embalses que envían agua por gravedad estaban vacíos, dicen los expertos. La falta de agua es un problema de gestión, mantenimiento e inversión, no de diseño hidráulico.
Los apagones masivos empeoraron la escasez de agua que han vivido los caraqueños desde 2014, cuando Hidrocapital publicó los primeros planes de racionamiento. Los habitantes de Caracas recibieron en promedio 50 horas de agua corriente a la semana en 2016 y 2017, según el análisis que hizo Prodavinci a los planes en el especial Vivir sin agua.
El derecho humano esencial de acceso al agua se cumple cuando es suficiente y continuo para la higiene, el consumo y las tareas domésticas, según la Organización Mundial de la Salud.
En 1958, Gabriel García Márquez contó la escasez de agua en la ciudad. Ese año, el servicio en la capital se paralizó durante un verano intenso porque el embalse La Mariposa estaba casi vacío. El Sistema Tuy I era como una garganta seca. El novelista colombiano escribió la crónica Caracas sin agua cuando el Instituto Nacional de Obras Sanitarias, INOS, decidió racionar el suministro. No existían reservas de emergencia, y pasarían nueve años antes de la inauguración de un nuevo sistema de producción de agua. En las primeras dos décadas de la democracia venezolana, las fallas de abastecimiento se superaron con la construcción de obras hidráulicas. Se inauguró Tuy II en 1967, luego Tuy III en 1980. A su vez, la población creció y las zonas urbanas se extendieron a las colinas del valle. El servicio se estabilizó en los 90, y mejoró al incorporar al embalse de Taguaza en 1998. Un año después, la ciudad recibía 20.000 litros por segundo, es decir, el equivalente a dos camiones cisternas cada segundo. En 2019, entran a Caracas 6.000 litros por segundo menos por el deterioro de la red. Los expertos denuncian fallas constantes en las estaciones de bombeo. Las obras de un cuarto sistema, que llevaría 21.000 litros por segundo a Caracas, 150% más agua que toda la que llega a la ciudad actualmente, son todavía una promesa. El presidente Hugo Chávez dijo que inauguraría el Sistema Tuy IV en 2010. Nueve años después no se ha completado el proyecto.
El agua se recoge en embalses, luego se trata en plantas para mejorar su calidad y se distribuye a las viviendas a través de tuberías y estaciones de bombeo que suben el agua cuando la ciudad está más arriba del embalse donde se capta. Cuando la ciudad está en cotas más bajas, se aprovecha la gravedad y no es necesario el bombeo. Los tanques de almacenamiento suman un volumen equivalente a seis horas de consumo promedio.
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¿Por qué el agua viene de tan lejos?
Caracas está a 900 metros sobre el nivel del mar. Cuando las zonas urbanas crecieron hacia cotas más elevadas quedó atrás la ciudad concentrada en el casco central, que podía surtirse de los ríos cercanos sin usar sistemas de bombeo —los ríos Valle, Macarao, Cotiza o la quebrada Catuche—. El crecimiento de los sistemas hidráulicos obligó a los gobiernos locales a ceder la administración del servicio de agua a los ministerios y las hidrológicas estatales.
“Todas las ciudades que están en montañas o zonas elevadas requieren sistemas de bombeo. A medida que Caracas creció, fue necesario traer agua del Río Tuy y eso requirió de bombeo”, dice el ingeniero civil Eduardo Páez-Pumar, fundador de la Asociación Integral de Políticas Públicas.
¿Por qué el agua depende del Sistema Eléctrico Nacional?
Se necesitan 600 megavatios de potencia para que funcionen las catorce estaciones de bombeo principales de los sistemas Tuy I, II, III. “Usan la cuarta parte del consumo eléctrico de la ciudad, lo que es mucho más que el Metro de Caracas”, dice De Viana.
El Tuy I alimenta el Acueducto Metropolitano y el Sistema Panamericano, que dispone de dos estaciones de bombeo para enviar agua a los municipios mirandinos Guaicaipuro y Los Salias. Cuatro estaciones garantizan el servicio en El Junquito. Dentro del valle, las tuberías de cada sistema se interconectan y otras 80 subestaciones de bombeo impulsan el agua en los municipios.
¿Caracas puede abastecerse de agua sin electricidad?
Los embalses de La Mariposa, La Pereza y Macarao se construyeron más arriba que muchos sectores de la ciudad para aprovechar la gravedad durante una contingencia, para que el agua bajara por las tuberías sin necesidad de bombearla. Autoridades y expertos dicen que están vacíos.
La Mariposa está a 8 kilómetros de Caracas y se llena con agua bombeada del Río Tuy. Con plena operatividad, puede aportar 4.300 litros por segundo a la red. Pero las autoridades han dicho que el embalse está sedimentado.
En un informe publicado en 2010, la Contraloría General de la República señaló que las aguas servidas provenientes de 572 apartamentos, 68 locales comerciales y un Centro de Diagnóstico Integral “son vertidas directamente en uno de los afluentes que convergen al embalse”, y “una gran cantidad de residuos sólidos” son depositados dentro de los afluentes de este reservorio de agua.
En 2012, expertos CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, en cooperación con Hidroven, hicieron un informe para el programa de rehabilitación y optimización de las plantas de potabilización en Venezuela que dice: “La intensa sequía del período 2007-2010 y la poca disponibilidad de agua en los reservorios de la región han afectado también al embalse La Mariposa, con una reducción del agua embalsada y un empeoramiento de la calidad de sus aguas”. El documento indica que la bora incrementa la sedimentación y “reduce el rango de alturas en las que se puede captar agua”. Si la captación es superficial, los filtros y válvulas de la planta potabilizadora se pueden obstruir.
La Pereza está a 18 de kilómetros de Petare, en el estado Miranda, y se llena con los excedentes del Sistema Tuy II. Una derivación al final de la red envía agua al embalse impulsada por la estación de bombeo 24. El ingeniero Eduardo Páez-Pumar dice que Tuy II no opera a su máxima capacidad y no hay excedentes para llenar el embalse. Además, hay fallas en las aducciones de bombeo.
El embalse de Macarao queda a 12 kilómetros de Caracas y fue rehabilitado en los noventa para almacenar el agua excedente del sistema Tuy III. El dique data de 1874, cuando el presidente Antonio Guzmán Blanco inauguró el primer acueducto formal de la capital y las tuberías desembocaban en un reservorio de distribución en El Calvario.
Macarao ha estado vacío desde su rehabilitación porque la tubería que debería llenarlo no está construida, explica De Viana.
Estos embalses están diseñados para dar una semana de suministro continuo, o quince días con suministro racionado, a sectores por debajo de los 940 metros sobre el nivel del mar.
¿Qué pasó con el Sistema Tuy IV?
El gobierno de Luis Herrera Campins inició la construcción del Sistema Tuy IV en 1982 para sustituir parcialmente al embalse de Camatagua en la producción de agua potable para Caracas. Invirtió 80 millones de dólares en equipos, pero el proyecto fue abandonado.
Hugo Chávez retomó la iniciativa 23 años después, para llevar agua a 5 millones de personas en Distrito Capital, Miranda y Vargas desde 2010. La obra acumula nueve años de retraso.
Tuy IV fue la inversión hidráulica más ambiciosa de la gestión de Chávez, por 880 millones de dólares. 72 kilómetros de tubería conectarían el Sistema Tuy III con un embalse alimentado por el Río Cuira. El embalse de Cuira aportaría de manera continua 8.000 litros por segundo. Tuy IV permitiría un bombeo en el sistema de 21.000 litros de agua por segundo.
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¿Cómo se abastece la gente cuando no hay agua?
Recarga de botellones de agua potable en puntos comerciales
En la ciudad hay empresas que recargan botellones de 18 litros con agua filtrada por un costo de 1.500 a 1.800 bolívares soberanos. El precio corresponde a la semana siguiente del último apagón del lunes 25 de marzo de 2019. También hay camiones que transportan los bidones llenos y los llevan hasta el lugar.
Tanque del edificio
Vecinos o encargados del condominio bombean en un horario determinado las reservas de agua de la comunidad. Si no hay electricidad para utilizar las bombas, se amarra una cuerda a un tobo para sacar el agua almacenada y repartirla entre los vecinos.
Casa de un familiar o amigo con pozo
Particulares contratan técnicos para inspeccionar sus terrenos y perforar pozos profundos, y aprovechar fuentes de agua subterráneas. Otros recurren a familiares o amigos que tengan pozos o un tanque con mayor capacidad.
Quebradas y ríos
En quebradas y ríos cercanos a la residencia o en El Ávila, particulares recargan cualquier envase: botellones de 18 litros, garrafas de 5 litros o de 10 litros. Toman el agua directamente de la fuente y normalmente no está tratada. Algunas personas también aprovechan las quebradas y ríos para bañarse o lavar ropa a mano.
Comprar botellones de agua potable
Los caraqueños compran bidones nuevos con una capacidad de 18 litros. La semana después del tercer apagón, ocurrido el 25 de marzo de 2019, costaban entre 50 y 60 mil bolívares. En algunos lugares cobran a 20 dólares. Los precios suben durante los apagones en Caracas.
Cisternas
Los propietarios de un edificio o vecinos de una comunidad contratan el servicio de una cisterna como método alternativo para abastecer los tanques del edificio o la vivienda. La cisterna promedio carga 10.000 litros. Antes del apagón del 29 de marzo de 2019, el flete mínimo de un camión cisterna costaba 250 mil bolívares. Después del apagón, el mismo servicio costaba 180 dólares o el equivalente al cambio del día en bolívares.
Caracas recibe 14.000 litros por segundo de agua por tuberías, es decir, 840.000 litros por minuto. Para garantizar la misma cantidad de agua con cisternas sería necesario enviar y distribuir cada minuto 84 camiones con una carga de 10.000 litros de agua. No pueden suplir la producción de los tres sistemas Tuy, sin embargo, son una opción cuando se interrumpe el servicio.
Los conductores de camiones cisternas utilizan llenaderos públicos para cargar agua. El Ministerio para el Ecosocialismo los denomina puntos de aprovechamiento. El 12 de marzo de 2019, publicó siete puntos: la Quebrada Baralt, Chacaíto, Altamira, Parque Generalísimo Francisco de Miranda, Sebucán, Parque los Chorros y Boleíta. Prodavinci constató con cisterneros privados que tres de ellos funcionan, y existen otros cinco llenaderos a los que suelen ir en busca de agua.
El agua de los llenaderos proviene de pozos profundos y quebradas que bajan de El Ávila. Ambas fuentes son de vieja data. Entre los años 1935 y 1941, el abastecimiento de la capital mejoró por la utilización de las aguas subterráneas. Uno de los primeros pozos construidos fue Pozo Caracas, en El Paraíso. En ese entonces estaban operativos un pozo cerca del viejo Hipódromo Nacional y otro al lado de la Plaza Brión. En 1996, fueron construidos 20 pozos en los hospitales más grandes de Caracas.
En el Parque Generalísimo Francisco de Miranda hay un pozo custodiado por militares. Fue construido para abastecer al parque, pero actualmente cisterneros y particulares pueden abastecerse. Los cisterneros privados deben hacer dos servicios a hospitales, que llaman viajes comunitarios, para recargar.
Evelyn Vásquez, ministra de Aguas, dijo que el segundo apagón masivo del lunes 25 de marzo dañó “las partes eléctricas de las estaciones de bombeo”. Explicó que “fue tal el nivel de sobre tensión que, por ejemplo, en el sistema de bombeo del Tuy I tuvimos importantes afectaciones, con golpes de ariete en los sistemas de producción”. Dijo que varias tuberías explotaron. Fue la primera vez que la autoridad de aguas en Venezuela habló públicamente sobre las fallas del servicio, tras tres apagones que paralizaron el suministro durante ocho días.
Para conocer el funcionamiento de los sistemas de producción de agua en Falcón, Carabobo, Aragua y Nueva Esparta lea los reportajes del especial Vivir sin agua.
8 de abril, 2019.
Créditos:
Dirección general: Ángel Alayón y Oscar Marcano
Jefatura de investigación: Valentina Oropeza
Jefatura de diseño: John Fuentes
Dirección de fotografía: Roberto Mata
Jefatura de innovación: Helena Carpio
Texto: Indira Rojas y Ricardo Barbar
Investigación: Indira Rojas y Ricardo Barbar
Edición: Ángel Alayón, Oscar Marcano y Valentina Oropeza
Infografía: John Fuentes
Producción digital: Helena Carpio
Asesoría técnica: José María de Viana
Fotografías: Helena Carpio, Alfredo Lasry / RMTF, Ernesto Costante / RMTF, Giovanna Mascetti / RMTF, Federico Parra / AFP, Yuri Cortez / AFP
Redes sociales: Salvador Benasayag